lunes, 4 de octubre de 2010

Yo te Juro Amor Eterno

El día después de mi muerte dejé a mi prometida esperando en el altar. Esta boda era todo para los dos, no entiendo que fue lo que pasó. Lo que empezó como una rumba entre amigos, terminó siendo una catástrofe. No sé cuales fueron las causas de mi muerte, yo solo recuerdo que estaba en una calle muy oscura, caminando de un lado a otro y se me acercó una mujer muy bella la cual me propuso ir a donde sus amigas, fui con dos amigos para tener algo de compañía. Ellas me dieron uno o dos tragos, no tenían un mal sabor, la verdad no recuerdo bien en éste momento cómo fue, pero mi mente quedó en blanco.

Me encuentro en las puertas del cielo, implorando por saber cual fue la causa de mi muerte. Miro abajo, veo a mi familia, y en una esquina una mujer con un vestido blanco, llorando e insultando a toda persona que se acerca a su cuarto. Luego recordé que ella era mi novia, mi prometida, mi “futura” esposa, y estaba sufriendo por mis actos. En mí nacieron sentimientos de culpa, de arrepentimiento, me sentí inútil al no poder hacer nada. Acá en las puertas del cielo me pregunto ¿Cómo abré muerto?, ¿Cuáles fueron las causas de mi muerte?. Mi mente solo desea ir al infierno, no pude ser tan egoísta y dejar a toda ésta gente atrás, veo a mis amigos y sus lágrimas podrían llenar una piscina entera, no deberían sentir culpa, al fin y al cabo yo fui el culpable, yo accedí a ir con estas mujeres.

Una hora después, bajé a mirar de nuevo a los míos, especialmente a mi prometida, ella se encerró en el baño, creí que iba a tomar una ducha, pero de repente tomó un cuchillo afilado y lo clavó en su cuello. Desesperado bajé a la tierra implorando ayuda, sacudí a mis amigos, pasé entre mis padres, grité lo más duro que pude y lo único que sintieron fue frío. De repente me subieron al cielo cómo si me hubiera chupado una aspiradora, veo un destello de luz brillante al frente mío, al abrir bien los ojos vi la silueta de una mujer hermosa, una mujer inigualable y al acercarme a ella vi que era mi prometida, había sido subida a los cielos. Al acercarse lo suficiente me susurró al oído “Yo te juro amor eterno”.

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