Mi padre se levanta entre 8:00 am y 9:00 am todos los días. Al bañarse y cambiarse acude al comedor a tomarse su jugo de naranja. Cuando sale de su casa prende el carro y arranca a la Clínica Chicamocha (Bucaramanga). Al entrar por el parqueadero saluda amablemente al celador. El se baja de su carro y pide el ascensor. Luego de esperar 4 pisos llega a la USI pediátrica con una gran sonrisa, ya que lo único que piensa es en salvar vidas. Allá todas las enfermeras y doctores lo tratan muy bien, el ambiente es muy amable. Al terminar la jornada de la mañana, el se dirige a su carro, considero que lo único que piensa en ese momento es en comida, ya que después de un arduo trabajo no hay nada más rico que un buen almuerzo.
Cuando llega a la casa, siempre silba de una forma característica, para indicarnos que llego. Al ponerse una sudadera, sandalias y otra camisa apunta a una sola dirección, el comedor. Siempre que almuerzo con el, se le nota lo agradecido que está con la vida ya que le ha dado muchos privilegios como lo es comer saludable y estar acompañados de su familia. Cuando termina, se dirige a su cuarto a dormir una siesta la cual le dura hasta las 2:30 pm, al levantarse, volverse a cambiar y lavarse los dientes, sale de nuevo con una sonrisa de oreja a oreja, pero ésta vez no se dirige a la clínica, si no a su consultorio. Al llegar allá, prende su computador y revisa la agenda del día, depende de que tan apretada esté el llega a la casa temprano o no, normalmente llega tipo 8 pm.
Después de una jornada laboral larga, el me llama a contarme su día y yo el mío, la charla puede durar mucho, eso depende de los que nos haya pasado en el día o el estado de ánimo de cada uno. Al llegar a su casa, se sienta en su silla favorita a mirar novelas, cuando terminan, sigue con el noticiero, cuando éste termina se toma un vaso de leche, se lava los dientes, y se acuesta a dormir.
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